Anarquismo ¿con qué se come eso?

Los anarquistas volcamos en gran medida nuestros esfuerzos en buscar medidas alternativas a la prisión e incluso proponer la destrucción total del sistema carcelario

Por Rodolfo Montes de Oca

Ilustración para el libro de José Céspedes

Tenemos la intención de ir publicando por capítulos el contenido del opúsculo de Rodolfo Montes de Oca ‘Anarquismo y Cárceles’, publicado en 2010 por Indubio Pro Reo – Venezuela, ya que lo consideramos muy interesante para dar a conocer la relación entre el anarquismo y el problema de las cárceles. En esta primera parte el autor hace un recorrido histórico por el anarquismo, incluyendo la trayectoria de Cruz Negra Anarquista.

Como dice el propio compañero en el prólogo,  fue redactado para un seminario sobre Derechos Humanos y Cárceles de su universidad. «Obedecía a la inquietud personal de realizar un documento donde se recopilara, de forma amena, la crítica anarquista a las cárceles que se hallaba dispersada en varios textos y folletos. La intención es que este texto sirviese de base ideológica para la expansión de los grupos anticarcelarios en la región venezolana lo cual logró transcender con éxitos la zona capitalina y un escueto puñado de activistas». 

El Anarquismo es un conjunto de ideas políticas, sociales y económicas que se opone a cualquier clase de jerarquía, tanto si se ha consolidado por la tradición o el consenso, o si se ha impuesto de forma coactiva en la sociedad. La palabra Anarquía proviene del griego an-archos que significa regido por nadie. Los anarquistas creen que el mayor logro de la humanidad es la libertad del individuo para poder expresarse y actuar sin que se lo impida ninguna forma de poder, sea terrena o sobrenatural, por lo que es básico abatir todo tipo de gobierno, luchar contra toda religión o secta organizada, en cuanto éstas representan el desprecio por la autonomía de los hombres, abolir la esclavitud económica y combatir al Estado como entidad que reprime la auténtica libertad económica y personal de todos los ciudadanos. Esto último se convierte en una necesidad inmediata y la desaparición del Estado se considera un objetivo revolucionario a corto plazo por muchos anarquistas.

A menudo esta teoría es usada para definir el caos social, gobiernos inconstitucionales, pandillerismo, destrucción e incluso terrorismo. Como vemos todo tipo de adjetivo caótico y por lo general violento es usado para definir este pensamiento. Pero definitivamente no son los anarquistas quienes utilizan la palabra anarquía con dichos fines, sino con otro, que es la de una sociedad totalmente libre que basa sus principios en la solidaridad, el apoyo mutuo y la autogestión. Los profesores Alfredo Vallota y Nelson Méndez, en su libro “Bitácora de la Utopía: Anarquismo para el siglo XXI” definen al anarquismo como: Justificación de la utopía racional y posible de un orden social autogestionario, con democracia directa, sin burocracia autoritaria ni jerarquías permanentes. Cuestionamiento radical del Estado, por ser la expresión máxima de concentración autoritaria del poder, critica a la delegación de poder en instituciones fijas y sobre impuestas a la sociedad. Llamado a un cambio revolucionario- producto de la acción directa consciente y organizada de las mayorías que conduzcan a la desaparición inmediata del Estado, reemplazando organización social federal de base local. Defensa del internacionalismo y rechazo al concepto de “patria”, en tanto se ligue a la justificación de Estado-Nación.

El celebre anarquista Rafael Barret, más romántico define su anarquismo como:

«Me basta el sentido etimológico: “Ausencia de gobierno”. Hay que destruir el espíritu de autoridad y el prestigio de las leyes. Eso es todo. Los ignorantes se figuran que anarquía es desorden y que sin gobierno la sociedad se convertirá siempre en el caos. No conciben otro orden que el orden exteriormente impuesto por el terror de las armas».

Otros autores prefieren ver al anarquismo, como una constante y perpetua tensión, por tanto, es una forma de interpretar la vida y el contexto social en donde se desenvuelven, en vez de ser una teoría para instaurar un sistema político, social y cultural distinto al existente. Ésta es principalmente la interpretación que le da la corriente del anarquismo conocida como Inserruccionalismo. El preso anarquista Gabriel Pombo da Silva, hace una pequeña y sencilla introducción sobre cómo algunos anarquistas ven su ideología como una tensión y no como una teoría contraria a lo existente:

«La anarquía es mucho mas que un movimiento políticosocial, es una tensión permanente para con la existencia, tanto en lo propio (interno/individual) como en lo ajeno (lo externo/social). Son demasiados lo/as que dan por supuesto que basta con “militar” (o estar afiliado/a) en una organización especifica anárquica, portar la estética anarquista y hablar de anarquismo para “ser ya” un anarquista… ¿Es esto así? ¿Es la anarquía “una cosa” para ser contada o vivida? Me refiero a que la anarquía la reducimos a una filosofía de salón, a una historia nostálgica del pasado y/o una estética marginal, ¿qué nos queda de ella? La anarquía no se reduce a ser contada en todas sus formas y expresiones… no se limita a ser un objeto pasivo, unas ideas momificadas, unos rituales asépticos, vacíos y repetitivos como en la época pre-filosófica, donde el mito suplantaba el pensamiento racionalista. La anarquía una vez comprendida y asimilada clama por su experimentación, por su realización: hoy, aquí, ahora, en/ con nosotro/as y nuestra forma de entenderla y sentirla… ¡¡No basta con hablar de acción hay que ser acción!! No basta con soñar la anarquía, hay que ser expresión de dicha anarquía».

Como hemos visto, el anarquismo no es un sistema o teoría política única, con un plan concreto de acción para emprender un cambio social, como por ejemplo lo tienen otras tendencias ideológicas, como el comunismo o el cristianismo. Todo lo contrario. El anarquismo es dinámico y goza de vida propia, hay tantas tendencias e interpretaciones sobre el anarquismo como especies vegetales en la tierra. Desde los Plataformistas, más cercanos al comunismo, y que creen que se debe crear un partido global anarquista que dicte las directrices para todas las individualidades libertarias, hasta los Anarcoprimitivistas, que quieren volver a la época de recolección y caza, alejados de todo tipo de tecnología y civilización. El anarquismo goza de una gran y variada gama de ideas y diferentes interpretaciones, pero todas con un denominador en común, la Libertad como valor fundamental e inclaudicable de la naturaleza humana y el rechazo al modelo de producción capitalista y al estado como su modo de organización.

Pero tratar de sintetizar las teorías anarquistas como una doctrina política que lucha contra el estado, el capital y las religiones, sería una total y absoluta falacia. Ya que el anarquismo va más allá de estos planteamientos y propone una lucha no solo contra estas tres instituciones sino que también va contra el ejército, las guerras, el patriarcado, el machismo, el conformismo, la monotonía e incluso –para efectos de este trabajo– el anarquismo también va contra las cárceles como generadoras de injusticia, violencia y represión.

Desde sus inicios el movimiento anarquista ha sufrido en carne propia el presidio y la represión, en algunos casos producto del accionar violento de algunos libertarios (como por ejemplo los ácratas que llevaban acabo las tácticas de sabotaje y de terrorismo conocidas como propaganda por los hecho) o como víctimas de la criminalización a la que fue sometida esta idea (por ejemplo, el caso Sacco y Vanzetti) o el del pedagogo Francisco Ferrer i Guardia, entre otros). Este último escribiría en la cárcel:

«Todo hombre que haya querido mejorar su patria social y cultural ha pasado, como mínimo, por una cárcel».

Debido a esto y a que la cárcel como institución punitiva del estado representa en sí, una estructura jerárquica de dominación y privación de libertad, valores estos rechazados por la idea libertaria, los anarquistas volcamos en gran medida nuestros esfuerzos en buscar medidas alternativas a la prisión e incluso proponer la destrucción total del sistema carcelario. En general los anarquistas consideran la destrucción del sistema carcelario como una faceta necesaria de la tan añorada revolución social. Al respecto el filósofo y activista más importante del anarquismo, Mijail Bakunin, dijo:

«Solo podremos sentirnos libre, mientras no haya un solo preso».

Es a través de los periódicos, mítines, libros y escritos que los libertarios proponen la destrucción del sistema penitenciario para dar cavidad a uno más humano y justo. Quizás el autor libertario que más hondeó sobre esta problemática fue el príncipe Piort Kropotkin en sus escritos, “Las prisiones” y “La Ley y la Autoridad”. Pero no es sino hasta 1905, cuando se organiza lo que podríamos considerar la iniciativa anarquista encargada de llevar a cabo la lucha contra las cárceles, esta iniciativa fue y es conocida en el mundo con el nombre de la Cruz Negra Anarquista o Anarchist Black Cross.

Esta iniciativa tiene sus orígenes en la Rusia zarista. Una Cruz Roja Anarquista fue formada para auxiliar solidariamente a prisioneros políticos y sus familias. Más adelante cambió su nombre por Cruz Negra para evitar confusión con la Cruz Roja oficial que distribuía socorros en el país. Inicialmente la primera CNA centró su actividad en dos frentes: el primero, organizar la solidaridad con los prisioneros políticos en especial con los libertarios; y el otro fue la organización de autodefensas en algunos poblados rurales contra la incursión de los cosacos en dichas localidades. La organización inicial consiguió mantenerse gracias a las aportaciones de individualidades y colectivos anarquistas que vivían en los Estados Unidos de Norte América, en especial los de la ciudad de Chicago. Al ocurrir la denominada Revolución de Octubre y el triunfo de los Bolcheviques en Rusia, la organización debe de trasladarse a Berlín, para mantenerse a salvo de las constantes persecuciones y asesinatos de sus activistas por parte de sus antiguos camaradas, ahora en el poder. Desde allí continuarían ayudando a las víctimas del régimen soviético, así como del fascismo italiano, y similares.

Pero la desgracia pareció haber acompañado a la organización inicial, ya que pronto Alemania caería en manos del régimen nazi, quien rápidamente comienza una brutal represión contra el movimiento anarquista alemán, incluyendo a la Cruz Negra Anarquista. Ésto, unido a la recesión económica que sacude por esos años a los EEUU, principal fuente de ayuda para la CNA, y a toda Europa, hace que la organización decline, las ayudas económicas para la iniciativa empiezan a escasear, se produce una inmensa ola de gente que necesita ayuda y finalmente la CNA termina por derrumbarse.

La CNA vuelve a cobrar fuerza cuando a finales de los años 60 es encarcelado por el régimen dictatorial de Francisco Franco en España, el anarquista inglés Stuart Christie, de tan solo 18 años. Este anarquista fue a España con la intención de colaborar junto con otros libertarios españoles a perpetrar un atentado contra el general Franco. Pero dicha operación fracasa y por esto es juzgado y encerrado en la cárcel de Carabanchel (Madrid).

En dicha cárcel descubre con horror que la inmensa mayoría de la ayuda que desde la calle entra hasta el interior de la prisión es administrada con dudosos métodos por el Partido Comunista Español (PCE). La mayoría de esta ayuda terminaría en las manos de este partido, sin que nadie, se acordase de los presos anarquistas o de otras organizaciones revolucionarias. El encarcelamiento de Christie supone un gran escándalo internacional y una gran propaganda para el movimiento anarquista. En todo el mundo se organizan manifestaciones, charlas, mítines, sabotajes y peticiones para la puesta en libertad de este libertario. Al poco tiempo la campaña internacional tiene éxito y Christie sale en libertad, regresa a Gran Bretaña, donde decide ayudar a los presos políticos españoles. Para dicha labor se pone en contacto con el anarquista de Inglaterra, Albert Meltzer, antiguo boxeador y tipógrafo de profesión, quien desde hace algunos años se dedicaba a la ayuda y el apoyo de los presos asiáticos desde una organización llamada Ayuda Mutua. Ambos personajes se ponen de acuerdo y deciden refundar a la ya antigua Cruz Negra Anarquista.

La primera intervención de la reconstruida CNA fue obtener la libertad del anarquista español Miguel García, a quien le faltaba poco para cumplir su sentencia, que no significaba la libertad automática, y el cual, al salir de la cárcel, se une al grupo de la CNA en Londres para organizar la llamada Cruz Negra Anarquista Internacional. Desde aquí en adelante se crean nuevos grupos de la CNA en diferentes partes del mundo, los más importantes en Alemania e Italia, países que por cierto contaban con varios compañeros libertarios tras las rejas.

Esta nueva reactivación de la CNA trae consigo una nueva ola de represión en contra de la CNA, la más emblemática de éstas fue el asesinato del secretario general de la CNA en Italia, Giuseppe Pinelli, quien después de haber sido detenido por la policía italiana, fue asesinado por la misma institución, arrojándolo por una de las ventanas de la comisaría. Sobre el asesinato de Pinelli y las oscuras causas que lo provocaron, comenta el preso anarquista italiano Claudio Lavazza en un artículo:

«No se puede olvidar que Italia estuvo al borde de un Golpe de Estado (Estrategia de la Tensión), con bombas fascistas en los trenes, en las estaciones (Bolonia, 80 muertos), bombas provocadoras de las cuales los mass-media en general nos echaban la culpa, y el anarquista PINELLI pagó con su vida (muriendo asesinado en una comisaría de Milán).

El asesinato de Pinelli, sería posteriormente relatado por el escritor y director de teatro, Dario Fo en su conocida obra, “Muerte accidental de un anarquista”. Otro caso que también causó gran conmoción fue el del anarquista alemán, Georg Von Rauch, secretario de la CNA de Berlín (Alemania). Este ácrata también murió en extrañas circunstancias en manos de la policía. En una entrevista realizada por el periódico anarquista mensual CNT, haciendo alusión de la presentación de la biografía de Stuart Christie, este último comentaba un poco sobre la CNA y Pinelli:

«Fundé la Cruz Negra. En el último libro hablo sobre esto y sobre el Congreso Internacional en Carrara, donde se convirtió, junto con Pinelli, en una organización internacional. Aparte de apoyar a prisioneros, era una organización que se dedicaba a tareas de investigación y recopilación de información. En el caso de Pinelli, él conocía los movimientos de los neo-fascistas italianos para infiltrarse en la Cruz Negra Anarquista».

A mediados de los años 70, el militante de las Panteras Negras, Lorenzo Ervin Komboa, quien se encontraba para esa época en prisión y que en ella cambiaría de ideología, acercándose al anarquismo escribiría el panfleto: “A New Draft Proposal for the Anarchist Black Cross”. Folleto de gran difusión dentro de los medios libertarios estadounidense y que lograría la reactivación de una extensa red de CNA’s en los Estados Unidos de Norte América. A inicios de los años 80 comienza una proliferación significativa de diferentes grupos de la CNA en todo el mundo, teniendo gran aceptación en varios países de Europa y Estados Unidos.

Actualmente hay grupos de la CNA en Inglaterra, Dinamarca, Bélgica, España, Francia, Estados Unidos, Costa Rica, Colombia, Argentina y Venezuela. Hoy en día las diferentes CNA’s que coexisten en el mundo, son una de las múltiples expresiones dentro del pensamiento ácrata, que tratan de buscar una solución al problema de la delincuencia sin la necesidad de las cárceles. Estas iniciativas combinan sus actividades de defensa y solidaridad con los prisioneros políticos o sociales y el estudio, recopilación y difusión de una alternativa real, pacifica y libre al problema de las cárceles. Hay que acotar que las CNA’s no son la única expresión del anarquismo contra las prisiones, en general casi todas las iniciativas, grupos, federaciones y sindicatos libertarios apoyan y buscan una eliminación del sistema penitenciario, considerado éste como, una triste herencia de un triste pasado. Vale la pena mencionar, entre otros, al colectivo Kamina Libre de Chile, el Comitato Difesa Anarchici de Italia, la Anarchist Prisoners Legal Aid Network (APLAN) o la Missouri Prisoners Labor Union (MPLU) de EEUU.

Pero aunque el movimiento libertario conoce la realidad penitenciaria y se opone tajantemente a ella, lamentablemente carece de un texto unitario donde se exponga de forma clara y concisa las diferentes críticas y soluciones que propone la ideología al sistema carcelario. En próximos capítulos nos centraremos en exponer las diferentes críticas, visiones y recomendaciones que tiene el pensamiento libertario con referencia a las prisiones.

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