Las cárceles y su influencia moral sobre los presos

Ediciones Calumnia abre su colección del centenario de Kropotkin con este título en el que analiza el problema de las cárceles

«El primer deber del revolucionario es abolir las cárceles», afirma el pensador anarquista en este folleto

 

Ediciones Calumnia acaba de publicar el primero de los diez volúmenes que dedicará al centenario de Kropotkin. Este primer número, que hace la «K» (la colección formará el nombre del anarquista ruso con las iniciales de cada libro). «La Cárceles y su influencia moral sobre los presos» es el primer título. Publicamos una reseña que, en 2008, La Turba Ediciones hizo sobre esta misma obra que también sacó a la luz.

«Es Cierto que las condiciones en las que vivimos diariamente no son las mismas a las que se vivían en los tiempos en los que se escribió este material. Los delitos y las penas se han multiplicado y diversificado en una gran cantidad aplicándose de manera tal de que todo sea legal o ilegal, nada debe quedar fuera de estos parámetros.
También es cierto que de esta manera el hecho “carcelario” ya no se limita a los muros de las prisiones y los manicomios, sino que abarca la totalidad de la sociedad que al día de hoy se ve totalmente militarizada y vigilada bajo los más sofisticados medios.
Digamos también que los valores sociales están totalmente tergiversados llegando al punto de que se respetan muy pocas cosas.
En un contexto diferente, aunque con visiones de futuro, Pedro Kropotkin ha desarrollado en este texto escrito hace mas de 100 años, una visión crítica en lo que se refiere a los presos y las presas y lo que la cárcel influencia sobre sus vidas. Alega en el correr del texto causas por los cuales se llega a la prisión y efectos que las misma genera en las personas.
Nos afirmamos en que la autoridad corrompe a las personas, afirmamos que la propiedad privada es el primer robo que conduce a los demás. Y nos sumamos a Kropotkin cuando dice en este Folleto:
“El primer deber del revolucionario será abolir las cárceles: esos monumentos de la hipocresía humana y de la cobardía. No hay porque temer actos antisociales en un mundo de iguales, entre gente libre, con una educación sana y el hábito de la ayuda mutua. La mayoría de estos actos ya no tendrían razón de ser.”

 

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